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lunes 8 de marzo de 2010
Lo Estético
¿Qué es lo estético?
Sobre lo estético podemos decir muchas cosas. En un primer momento quiero expresar que lo estético es el goce que comprende la contemplación de aquello que es considerado dentro de las categorías estéticas (bello, feo, sublime, trágico). A primera vista parece meramente que hace referencia a lo bello, pero en muchos momentos de la historia del arte nos damos cuenta que hay otras categorías que atraen el interés de quien busca tener una experiencia estética. Por ejemplo el cuadro Saturno devorando a un hijo de Friedrich en donde podemos dar razón de lo feo que se convierte en una experiencia estética según el modo como miremos dicho cuadro.
Esto porque la experiencia estética es difícil de lograr pues requiere un apartamiento absoluto entre el observador y la obra, pero que implica también una relación funcional. Se requiere por tanto un estado de contemplar por contemplar, un contemplar puro apartado de toda finalidad práctica y teórica. En este punto quiero citar una poesía de Juan Ramón Jiménez:
Vino, primero, pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando, sin saberlo.
Llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
…Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica,y apareció desnuda toda…
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
(Juan Ramón Jiménez. Poesía Pura. Mondadori 1999)
La escojo porque me parece muy adecuada para describir la experiencia estética ya que ésta exige tal pureza en cuanto a la contemplación que no sólo es necesario el contemplar por el contemplar sino que se debe ir más allá de esta mera circunstancia ya que el ejercicio estético es muy complejo. Este ejercicio comprende varios momentos como la percepción sensorial, el juicio estético y el goce pleno; en mi opinión. Así podemos ver que es estético aquello que genera un movimiento de las potencias humanas y del hombre hacia lo que capta su atención y más que eso hacia la satisfacción no meramente de una necesidad fisiológica sino de una necesidad espiritual de encuentro consigo mismo, con los demás, con el cosmos y según sea el caso con Dios.
¿Cómo no sentir este imperativo al contemplar la fuerza devoradora de un volcán que ebulle en su interior y escupe una fuerza incomprensible en nuestra pequeñez de hombres? Y es que la experiencia estética nos habla de un perdernos en el objeto en el cual ponemos nuestro interés; es una fuerza deleitosa e irresistible que experimenta cualquier ser humano movidos en diversos casos por objetos distintos según el observador.
lunes 8 de marzo de 2010
¿Existe alguna relación entre el gusto y el conocimiento?
Para intentar responder esta pregunta primero me remito a definir gusto. Por gusto podemos referirnos a diversas realidades como el sentido del gusto o el disfrute de algo. Al caso que nos enfrentamos, defino el gusto como el goce de cualquier realidad en la cual el hombre busca repetir dicha experiencia.
Así puestos en marcha, podemos ver varias complejidades que nos hacen difícil la posibilidad de contestar esta cuestión. Por un lado el gusto si es satisfacción lograda está emparentado con los sentidos, con la percepción y en esta medida si nos remitimos a los conceptos epistemológicos vemos que hay una relación estrecha entre conocimiento y percepción siendo ésta última no la causa suprema del conocer sino un paso para conocer igual que para gustar. Pero hay una diferencia entre conocer y gustar porque si nos guiamos por la diferencia terminológica obviamente hay distinción.
El conocimiento requiere una actitud de reflexión, de puesta en ejecución de las estructuras cognitivas; en cambio el gusto pone en marcha el deleite referido de la contemplación. Esta diferencia se marca a la hora de contemplar un objeto estético ya que en el mero conocimiento se le mira buscando teorizarlo, en cambio en la mirada estética se le mira por el simple placer de contemplar y de allí nace el gusto por este ejercicio.
A este respecto por ejemplo podemos ver la postura de Jhon Hospers sobre los juicios estéticos o de gusto, en cuanto estos no dicen nada sobre la verdad o falsedad de algo; y como el conocimiento juzga lo verdadero o falso de cualquier fenómeno entonces vemos la separación que hay entre gusto y conocimiento.
Por otro lado los griegos como Platón consideraban que el conocer por estar ordenado hacia la verdad, era apetecible. Del mismo modo lo bello era lo bueno, lo verdadero. por lo tanto nos damos cuenta que hay una relación estrecha con ese querer adherirse a lo bello y a lo verdadero como valores supremos que acompañan al bien. Desde esta postura nos damos cuenta que gusto y conocimiento se implican, pero por otro lado con la mirada hecha anteriormente puedo expresar que es necesario para la contemplación estética que llega al gusto salir de cualquier marco que encierre al objeto estético para devolverle la pureza al hecho de gozar lo que se contempla.
Además desde la psicología se puede decir que es más fácil el ejercicio de conocer si el objeto del conocimiento causa una impresión fuerte en el sujeto. Es decir, si lo que intentamos conocer nos apasiona, hemos llegado a tener una experiencia de contemplación y anonadamiento, entonces el conocer ese objeto se hará desde un punto de vista teórico con más focalización; tengo entendido que a esto se le llama estado de flujolunes 8 de marzo de 2010
¿Qué quiso decir Kant cuando afirmó: "La complacencia que determina los juicios del gusto es ajena a todo interés. Llamamos interés a la complacencia que lleva aparejada para nosotros la representación de la existencia de un objeto"?
Kant se refiere en este punto al “desinterés” necesario para poder vivir una experiencia estética. Este desinterés sitúa al observador como un juez imparcial en cuanto a que este no tiene ninguna relación con el objeto hacia el cual orienta su contemplación ya que si así fuese el observador se dejaría llevar por sus afectos antes que por la experiencia de contemplar y determinar el objeto de su gusto. Esto porque Kant afirma que es bello lo que complace universalmente sin concepto. .

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